MATERIALES
- Un trozo de tela de
algodón
- Aguja e hilo
- Tijera
- Semillas o arroz
- Hierbas aromáticas o aceite esencial a elección (opcional)
PROCEDIMIENTO
- Elegí un trozo de tela de algodón que puedas
calentar. También sirve reutilizar una toalla vieja.
- Decidí qué semillas vas a usar porque de eso
dependerá el tamaño de la almohadilla: lino, maíz, arroz, trigo sarraceno,
entre otras. Los
garbanzos son la mejor alternativa por su forma y porque conservan el calor. Los
carozos de cereza también son muy efectivos. Además, podés agregar lavanda, canela o alguna
otra hierba aromática o aceite esencial. Al calentar la almohadilla, van a
desprender su aroma y potenciarán el efecto relajante.
- Cortá la tela con la forma que desees. Luego, cosela
y dejá una apertura para colocar las semillas. Si no sabés coser, colocá las
semillas en el centro de un cuadrado de tela, reuní las puntas y anudalo. Otra
opción es atar la tela por las puntas como si fuera un caramelo.
- Introducí las semillas sin llenar la
almohadilla demasiado. Deberá quedar mullida pero no rígida.
- Terminá de coser la tela. Asegurate de que no
queden agujeros por donde se escapen las semillas.
- A la hora de calentarla, probá bien el nivel
de calor para evitar quemaduras. Podés hacerlo precalentando el horno 15
minutos y luego, apagado, introducir la almohadilla unos minutos.
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